Simón Cueva deja el ministerio de Finanzas
- Luis Eduardo Zambrano
- 15 jul 2022
- 4 Min. de lectura
La renuncia de Simón Cueva al ministerio de Finanzas, que se hará efectiva la próxima semana, podría llevar a dos interpretaciones. Una: es una consecuencia del paro de 18 días que se terminó este jueves 30 de junio. Dos: habrá un giro en la política económica.
La primera es errada. La segunda, igualmente, aunque la respuesta definitiva depende, como es obvio, del presidente y la hará explícita al anunciar el reemplazo de su ministro de Finanzas. 4P había hecho saber, hace tres meses, que Simón Cueva iba a salir del gobierno y del país, hacia Europa, por compromisos familiares. En su entorno se dijo entonces que quería dedicarse, posiblemente en Inglaterra, a la docencia y a la investigación. Ese plan, por lo que se sabe, no ha cambiado.

Sin embargo, nada de aquello traslució porque el presidente de la República le pidió quedarse un tiempo más para cerrar algunos temas que estaban a su cargo. Tres, en particular: la negociación con el Fondo Monetario Internacional, la renegociación de la deuda con la China y el arreglo de deuda con el IESS. La renuncia de Cueva debía producirse en junio, pero el paro y su repercusión en las cuentas fiscales retrasó de nuevo el anuncio.
¿Quién lo reemplazará? Como se sabe, el nombre que más ha sonado es el de Pablo Arosemena, gobernador del Guayas. Su perfil tiene poco que ver con la política que hasta ahora ha manejado Cueva, por decisión del presidente Lasso. No se sabe que el presidente quiera cambiar de línea. De hecho, con Cueva ya se había iniciado la tercera etapa fijada por el Ejecutivo: énfasis en atención social, tras la vacunación y la segunda etapa que el presidente denominó, en su discurso del 24 de mayo pasado, “poner la casa en orden”.
Lasso, en total sintonía con Cueva, quiso ejecutar una política de responsabilidad fiscal que incluyó ordenar las cuentas, transparentarlas, asumir deudas, como la del IESS, los GADs y Solca, por ejemplo, que el país arrastra sin pagar desde el correísmo y, en ciertos casos, desde antes de ese gobierno. Las sorpresas fueron mayúsculas porque se hallaron cuentas escondidas o indebidamente indexadas, al punto que algunos de los temas en carpeta con el FM, han sido tratadas una y otra vez precisamente porque sus montos han ido variando. A cada vez han empeorado.
El paro pilló al gobierno justo antes de que anunciara en qué consistiría la tercera etapa para la cual el Ejecutivo pensaba que Cueva seguía siendo el mejor timonel en Finanzas. Porque había bajado el déficit fiscal, generado reformas que apenas empezaron a surtir efecto en marzo y abril de este año y racionalizado el gasto puertas adentro en la administración. Él era, se dijo entonces en el entorno presidencial, el más indicado para abrir la llave e invertir en política social sin perjudicar la tarea de disciplina fiscal emprendida.
¿Pablo Arosemena, un político que hace carrera política y no es conocido en el plano internacional, es el mejor candidato para reemplazar a Cueva? El presidente lo dirá. Aquellos que han criticado a Cueva, creyendo que basta con etiquetarlo como fondomonetarista, creen que el país nada en piscina repleta de dólares. En el fondo son tan populistas como Correa que gastó todo lo que había, malgastó lo que ingresó por el boom petrolero y dejó el país empeñado a la China. No pueden criticar su visión rentista y la de muchos grupos que piden bajar impuestos, tener incluso diésel subsidiado para sus amigos y gozar de exenciones para sus obligaciones con el fisco, pero son campeones para exigir que el Estado se haga cargo de más y más gastos. El PSC calza perfectamente en este perfil pues, carente de un candidato con posibilidades de ir a la Presidencia de la República, cree que su labor política es exprimir al Estado y tener al ministro de Finanzas a su servicio. Ahora han pedido juicio político contra Cueva.
La lectura que hace el PSC del paro es que el Estado debe gastar más, sin decir de dónde provendrán los fondos. Y el paro muestra, precisamente, que hay agendas sociales nacionales, voluminosas y crónicamente represadas. Y para atenderlas se necesita dinero. Mucho dinero. Es verdad que no solo se requieren más ingresos sino eficiencia en el gasto y, sobre todo, capacidad de gestión. Y esos son déficits casi generalizados en la administración pública local y nacional. También se dan en ministerios del gobierno del presidente Lasso. Tres ejemplos: Salud, Inclusión Económica y Social y Transporte y Obras públicas.
Un ministro de Economía y de Finanzas no puede ser un aficionado al gasto: esa no es su tarea. Por eso, tras la salida de Cueva, el presidente Lasso tendrá que decidir si su sucesor mantiene la línea y se dedica, como estaba previsto, a cobrar los impuestos a los evasores, priorizar el gasto y orientarlo hacia el área social. Pero sin lastimar lo que el país ha hecho para recuperar las finanzas y ganar confianza en el campo internacional. O abre la llave a chorros como quieren los populistas.
Comments